Nota de prensa

PATERNIDAD EN TRANSICIÓN

Un nuevo Día del Padre nos hace enfrentarnos a una pregunta: ¿Qué significa ser padre hoy? Mucho se ha hablado y comentado sobre cómo las mujeres han generado un cambio […]

Autor: José Miguel Ventura - 10 agosto 2022

Un nuevo Día del Padre nos hace enfrentarnos a una pregunta: ¿Qué significa ser padre hoy?

Mucho se ha hablado y comentado sobre cómo las mujeres han generado un cambio en nuestra sociedad y las consecuencias que estos cambios positivos tienen para los hombres y sus “roles” de antaño. Pero pensando en el canon de lo que significaba ser padre, como una arista especialmente relevante ¿Será que los cambios que las mujeres han manifestado frente a la maternidad han afectado a los hombres y su visión sobre la paternidad? ¿Qué es lo que cambió?

La pandemia sirve de hito para detenerse a revisar varios puntos:

  • Primero: las mujeres y lo femenino han reclamado su protagonismo, impulsando el cambio de situaciones de inequidad milenarias. Esta reclamación ha generado que muchos hombres hayan visto reformada (muchas veces a la fuerza) su participación en la crianza y paternidad, exponiéndolos a situaciones y realidades que antes podían negar u obviar.
  • Segundo, el progreso de la discusión pública y de las leyes ha abierto la mirada hacia la paternidad como un ámbito que también debe cambiar, al menos como se venía conceptualizando. Dado esto, se plantea una interrogante ¿De dónde vienen hoy los modelos de la paternidad adecuada? Especialmente relevante en un país en que la mayoría de los padres de hoy, fueron criados en hogares de padres ausentes, y que mucho del imaginario del padre actual puede venir desde una mujer o desde una contraposición a lo que no se quiere repetir. Estas dos aristas generan una mayor emocionalidad interna (no siempre expresada externamente) en los hombres padres, cargándolos de una responsabilidad y expectativas que generaciones anteriores no habían enfrentado. A menor edad, mayor es el grado de emocionalidad en la visión de paternidad.
  • Tercero, la pandemia y el encierro nos han obligado a reenfocar la relación con los y las hijas. Este encierro forzado ha incrementado la relevancia de las habilidades comunicacionales en la mantención de las relaciones, habilidades que los hombres declaran tener menos desarrolladas. Ser papá en pandemia se vuelve más difícil: puertas adentro, se vuelve inusitadamente demandante, cosa que incomoda de manera importante a muchos. Puertas afuera, la distancia física ha hecho que muchos se sientan relegados (y algunos también aliviados).
  • Cuarto, vemos hoy hombres enfrentados a ser mejores padres que sus padres, mejores padres para la sociedad, y acercarse, aunque sea en un mínimo espacio, a las madres que les llevan una (a veces) enorme ventaja. Hombres que están en transición, experimentando un miedo fuerte a equivocarse, que están exigidos a desarrollarse desde lo emocional para ejecutar una mejor paternidad. Pero enfrentados también a su historia, una en que para ellos siempre la vida fue más fácil y, dentro de la dinámica de roles tradicional, siempre conllevó menor cantidad de compromisos y responsabilidades. Y los hombres son, objetivamente, más resistentes a los cambios que las mujeres. Por ende, estos atisbos de la paternidad de antaño tienden a aparecer de manera frecuente aún dentro de la relación de un hogar moderno, ya sea puertas adentro o puertas afuera, y del contacto con los hijos.

 

La Chilenografía nos da la posibilidad de examinar estos cambios en detalle:

 

  1. Hoy, los hombres declaran con más fuerza que las mujeres que la paternidad los realiza como personas. Ante la pregunta “¿Qué ámbitos o situaciones te harían sentir más realizado/a como persona?” entre hombres y mujeres el ámbito más relevante es el mismo: tener resuelta su situación económica. Y aunque los temas relativos a la formación de una familia se encuentran más abajo en el ranking, llama la atención que entre los hombres aparece como un aspecto más relevante que para las mujeres: Tener la familia que deseo es declarado por el 25% de los hombres, y sólo por el 14% de las mujeres, mientras que Ser padre / madre es importante para el 13% de los hombres y el 9% de las mujeres. Aunque es llamativo lo bajo de la declaración de las mujeres, tal vez es aún más interesante el hecho de que los hombres lo estén declarando con más fuerza que ellas como un área de realización personal. Las mujeres parecen estar en un proceso de re ordenar sus propiedades en la vida ante los cambios que se viven ¿Hay una idealización de la paternidad por parte de los hombres?
  2. Sin embargo, si existe una idealización, esta no ha llegado a quebrar aún la visión clásica en la que los hombres deben proveer el sustento para los hijos. Al preguntarles por las razones principales para no tener hijos a las mujeres, nos encontramos con que, sorprendentemente, la primera razón declarada es “No está en mis planes ser madre” (32%). Sólo un 20% de los hombres da esta razón, un porcentaje significativamente menor. Lo anterior habla de cierta liberación de un segmento de mujeres del rol de madres, que poco a poco comienza a ser declarada sin culpas. Pero en el caso de los hombres, la principal razón está dentro de lo esperable: sienten que necesitan consolidarse económicamente primero (41%, versus un 24% de las mujeres). Muy probablemente, los hombres siguen considerando su rol de proveedores como un básico insoslayable antes de involucrarse en la crianza.

Estos puntos muestran cómo hombres y mujeres estamos cambiando nuestra visión de lo que significa tener hijos. Y es comprensible que las mujeres lo estén haciendo a mayor velocidad, impulsadas no sólo por la fuerza del movimiento feminista del último lustro, sino por los cambios que vienen desde los avances en la anticoncepción, que permitieron la incorporación masiva de las mujeres al mundo del trabajo, abriendo para ellas las puertas a nuevas posibilidades. Pero, la maternidad no puede cambiar sin que cambie la paternidad. Las nuevas generaciones se ven cada vez más enfrentadas al dilema de la compatibilización, y cada vez más hombres deben, y desean, asumir un rol protagónico en la crianza ¿Con qué se encuentran cuando llegan ahí?

Para complementar las cifras, quisimos profundizar con una pregunta incómoda ¿Cuándo te sientes mal padre o mala madre?

Profundizando en los hombres, observamos que aparecen tres ejes transversales sobre lo que significa ser “mal padre” hoy para los hombres chilenos. Estos marcan la sensación de incumplimiento en la paternidad:

  • La carencia de las habilidades parentales que se requieren hoy: tanto el no tenerlas como el no poder ejecutarlas, e incluso desde el darse cuenta que simplemente no las tienen las herramientas que sienten que son necesarias.
  • La pérdida de relevancia del “rol del proveedor” clásico del hogar.
  • La falta de tiempo, generada básicamente por el trabajo (ligado también a la necesidad de proveer) y la distancia física, que conlleva una mala ejecución de la paternidad puertas afuera.

El primer eje es, por lejos, el más determinante en la declaración de falta de habilidades para ejercer la paternidad de forma adecuada. Este pilar tiene una carga emocional que pocas veces se ve o se declara por los hombres chilenos. Hay un reconocimiento de la incapacidad de lidiar con situaciones cotidianas, de un aumento en la presión que sienten frente a lo que significa su rol, de una carga social por tener que ser mejores padres de lo que fueron sus propios padres, muchas veces ausentes y, por tanto, tratar de no repetir la historia con sus hijos. Hijos, además, que hoy se muestran mucho más “sabios” frente a sus padres, desafiando la autoridad y la validación por conocimiento. Generación de hijos que deja en evidencia esta carencia de habilidades parentales: “¿Cómo enfrentas a alguien que muchas veces sabe más que tú y te hace sentir básico intelectualmente?”

“Cuando me recriminó por situaciones pasadas”, Hombre C2 baby boomer; “cuando no tomo buenas decisiones”, hombre ABC1 generación X; “cuando no sé cómo ayudar a mis hijos”, hombre C2 generación Z; “Porque no tengo mucha comunicación con ellos” hombre D, generación baby boomer;

Un segundo eje, que se manifiesta preferentemente en los padres entre 39 y 49 años y los mayores de 60, es la pérdida de relevancia de la imagen de “el proveedor” del hogar. Un esquema que ha perdido fuerza en el imaginario colectivo y valoración por parte de quienes “supuestamente” reciben los beneficios del sustento económico. El proveer es, sin duda, la imaginería más pragmática del modelo antiguo de paternidad, del modelo más simple de paternidad y, probablemente, del modelo más común con el que muchos de los padres actuales tuvieron contacto siendo hijos. La incomodidad que genera el no “poder proveer” es evidente, profundamente justificada desde lo económico, que refuerza lo obtenido en los datos cuantitativos que muestra que la postergación de la paternidad en hombres es principalmente hoy por la búsqueda de la estabilidad financiera.

“Cuándo no puedo darles lo que me piden”, hombre D, generación X; “Cuando no puedo proveer económicamente con lo que necesitan”, hombre D, millennial; “Cuando no puedo complacer a mi hijo”, hombre C3, generación Z; “cuando no doy respuesta a las necesidades”, hombre ABC1, millennial; “Cuando veo que no entregué todo lo necesario a mis hijas y no me refiero a lo material.”, hombre C3, baby boomer.

Un tercer eje es el relacionado con la “falta de tiempo y la distancia”. La falta de tiempo aparece también en el caso de las madres chilenas, como un tópico destacado dentro de las respuestas. En el caso de los hombres, se abren dos aristas: la falta de tiempo provocada por el trabajo y la necesidad de proveer y, por otro lado, la falta de tiempo desde la culpa por no estar presentes en situaciones importantes o en situaciones cotidianas de carga simbólica relevante. Respecto a la distancia, las declaraciones son claras y concisas… generadas por hombres que viven físicamente lejos de sus hijos.

“No estar presente en todos sus logros”, hombre C3 baby boomer; “no paso el tiempo que debería estar con ellos”, hombre C3, generación X; “cuando no puedo estar tanto tiempo como quisiera con mis hijas”, hombre C2, millennial; “Cuando me cargo de trabajo y no puedo estar con ellas”, hombre C3, millennial; “Cuando no podía estar con ellos por el trabajo”, hombre ABC1, generación silenciosa. “Cuando estoy lejos de mis hijos (padre separado de 2)”, hombre ABC1, generación X, “Por no vivir con ella”, hombre C3, Millennial.

Por lo visto, tanto la maternidad como la paternidad están cambiando, y de manera acelerada. Sin embargo, estos son procesos que están en curso, y lejos de llegar a su fin. Habrá que estar atentos a su evolución, incluyendo el impacto de estos cambios en el consumo y la relación con las marcas.